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¡Cuánto cuesta leer! (¡Cuánta razón!- le respondo por mi parte) De esta manera, reza el título de uno de los últimos libros publicados a lo largo de este año 2017. Mediante esta expresión, la cual suscribo, se presenta una obra entretenida, de lectura rápida, poquitas hojas, aunque erudita, con abundantes fuentes consultadas y, sobre todo, con un lenguaje que nos invita a pensar en tiempos pretéritos que se combina con juegos de palabra que sacan una sonrisa al lector/a.
La temática principal, siguiendo el título, versa sobre el precio de los libros en épocas concretas, especialmente la renacentista como nos indica el subtítulo Reflexiones sobre el precio de algunos libros españoles (1543-1806). Carlos Clavería Lizana nos adentra poco a poco a equivalencias de monedas pasadas, antes de las pesetas, a las que todavía muchos recurren para saber el valor de objetos, a maravedíes, a reales de vellón, a equivalencias… Y es que el autor es todo un experto en la temática, conocedor de cada una de las palabras puestas en el libro, de cada una de las notas con las que complemente la información aportada, en definitiva, un erudito de los libros. Así, el libro ¡Cuánto cuesta leer! Reflexiones sobre el precio de algunos libros españoles (1543-1806) se mueve entre varias disciplinas tocando todas ellas: economía, historia, bibliometría, historia de la lectura, historia de la edición, aunque sobre todo, bibliofilia. Clavería no puede ser definido más que como un bibliófilo como bien queda demostrado a lo largo de las 90 páginas. En este caso, este carácter de bibliófilo no solo queda demostrado en su texto, sino también la editorial que coedita la obra, junto a Prensas de la Universidad de Zaragoza,…in culpa est, cuyo lema se basa en el Titivilus, esa criatura que anda por las imprentas cometiendo erratas en los libros.
A lo largo de la obra, dividida en diez capítulos y muchos de ellos de diferente extensión, encontramos la descripción, principalmente, del precio de los libros a lo largo de las centurias, aunque con especial ahínco los siglos XVI y XVIII. Mediante un discurso transversal atravesando los diferentes tiempos en que se limita el libro, culmina este a principios del siglo XIX debido a la venta de una biblioteca de otro bibliófilo. Clavería a la hora de enfrentarse al precio de los libros lo tiene claro, la comparación es una de las herramientas para la comprensión en el mundo actual. De esta manera, el precio de los libros queda comparado con el precio de un elemento básico para la época para la ingesta y tan popular: el vino, aunque en muchas otras ocasiones el factor comparativo aparece el salario por jornada de las clases más bajas en la época moderna. Se aprecia y premia desde estas líneas la utilización y remarque de las diferentes clases sociales en los tiempos escogidos, así como el recordatorio de analfabetismo de las clases más bajas, compensado por la lectura en voz alta. Aunque sobre este último aspecto no se adentra en profundidad, ya que se lo deja a los estudiosos de la historia de la literatura, como dice el autor, sí que nombra la realidad en varias ocasiones presentando pues dos tipos de lecturas la propia y oral características ambas de los años en los que se centra en profundidad.
Además de estos elementos sobre los que presta atención, también profundiza en algunos estudios de caso, encontrados entre los viejos libros que hoy en día son casi joyas bibliográficas. Presenta, pues, ejemplos que se centran en las ediciones de Garcilaso y Cervantes con El Quijote y cómo llegaron hasta 1806 algunas copias extranjeras o internas, las aventuras de edición de Cervantes y cómo le hicieron ganar una gran cantidad de dinero. Por otra parte, exprime el caso de Boscán relacionando esto con los misterios de los contratos, impresiones, privilegios de edición e impresión. Y es que aunque el texto trate de épocas pasadas, las temáticas y el vocabulario que se encuentra se corresponden con el de hoy en día. A saber, calidad del papel, edición de la obra, impresión, años de edición, reediciones, venta de derechos y privilegios. Todos estos factores continúan siendo claves para el entendimiento de un libro, aunque en muchas ocasiones no les prestemos la atención suficiente.
En definitiva, estamos ante una obra pequeñita, de fácil acceso, ampliamente estudiada e investigada como muestran las hojas de bibliografía y notas al pie de página. Sobre las comparaciones para comprender el precio de los libros resultan atrayentes, aunque un tanto confusos los cambios de monedas ya que se podrían haber planteado de forma más amena. Asimismo, creo que unas conclusiones más profundas hubieran otorgado el carácter de culminación al libro. Estoy segura que los bibliófilos no dejaran de echarle un ojo.