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A los mapas los rodea un aura de misterio por lo que subyace en ellos; hacen visible lo difícil, su confección es compleja de imaginar, pero su resultado es hermoso. Los mapas son el esfuerzo, y a veces conquista, de representar y hacer visible y mensurable el vasto mundo que nos rodea. Han acompañado a geógrafos, aventureros, científicos y soñadores, así como conquistadores y guerreros. Estas son algunas de las premisas de Cartografías de lo desconocido. Mapas en la BNE, exposición que se podrá ver hasta el 28 de enero en la Biblioteca Nacional de España (BNE).

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Los comisarios de la exposición han sido la doctora en Historia del Arte y especializada en cartografía histórica, Sandra Sáenz-López Pérez, y el investigador del CISC especializado en historia de la ciencia, Juan Pimentel. Su formación y campos de interés representan bien algunas de las maneras de adentrarnos en el universo de los mapas: su dimensión artística y bella, y su dimensión histórica y científica. Como comisarios, han trazado dos objetivos principales, por un lado, hacer que el espectador lleve su mirada al mapa en sí, que lo llegue a comprender y que la visión se amplíe de ser representación de un territorio. Por otro, llevar al visitante por las diversas sendas que discurren por la historia de los mapas, también algunos de sus temas principales: cómo los mapas han gestionado la información, las novedades, hechos, lugares por descubrir, terrenos imaginados, e incluso fenómenos invisibles. Sin embargo, no hay que olvidar que, a través de la exposición se pone en valor los ricos fondos de la BNE, presentando los mapas, cartas náuticas, atlas, grabados, y algunos de los incunables que custodia. Pero a estos fondos se les deben sumar los de otras instituciones que también ha aportado sus colecciones y mapas: el Museo de América, Museo de Ciencias Naturales, el Palacio Real y la Biblioteca del Marqués de Valdecilla. Aunque de esta variedad se desgajan algunos misterios, como bien señaló la profesora Sáenz-López, ya que algunos de los mapas expuestos resultan inclasificables ya que representan elementos que no han podido ser cotejados en la realidad. Del mismo modo, no solo hay mapas, sino también algunas creaciones tridimensionales, instrumentos y frases de autores.

La exposición gira en torno a la diversidad y la pluralidad de los mapas, a ir más allá de esa idea de un mapa que nos señala el lugar que ocupamos. En verdad, es como si nos adentramos a un universo con unos recorridos y unos misterios propios, en el que el mapa en sí es una pieza de ilusionismo, como bien mantiene Juan Pimentel. Sin embargo, aunque delimitadas las partes de la exposición, su orden juega al escondite y puede dar la impresión de que no existe y que nos movemos de curiosidad y curiosidad, de asombro en asombro. Tal aparente desorden hace complicado extraer los mensajes que se encuentran escondidos entre las cartografías presentadas. Algo así nos ocurrió cuando pasamos por sus salas.

Mapas: ¿representa o nos representan?

Los mapas ocultan cosas que a priori se nos escapan, pues tras la ciencia compleja de su realización, se disimula un primer secreto: la práctica imposibilidad de que sea totalmente fiel a la realidad. Una esfera achatada, con un relieve muy diverso, no se puede plasmar en un plano sin prescindir de errores y distorsiones. El tiempo, el avance de la cartografía, y en los últimos años los sistemas informáticos, la topografía y satélites, han reducido considerablemente las distorsiones, sin embargo, continúan existiendo. Durante milenios, cartógrafos y geógrafos se han afanado en depurar esta ciencia a la par que descubrían o redescubrían la tierra que les rodeaba, el hoy es el resultado también de este esfuerzo. Uno de los primeros mapas que consigue mejor representar las latitudes y longitudes es el de Claudio Ptolomeo en el siglo II, los posteriores…de los posteriores ya hablaremos. A este secreto que ya hemos comentado, se le suma otro. En general puede existir el convenio de que el mapa puede representar, gracias a las matemáticas, proporción y mucho ingenio, la realidad. Sin embargo, como muchos de los artefactos creados por el hombre tiene un doble canal, no solo nos dice algo a nosotros, sino nos dice mucho más de aquellos que lo hicieron.  Los mapas representan las creencias de la época o la sociedad que les realizaron, el estado de su ciencia, cuál era su visión del mundo e incluso cómo se inscribían en él, qué intereses tenían, etc.

Mapa del Mundo según Martellus, ca 1490.

El mapa que nos representa

Como hemos dicho anteriormente, el mapa nos representa y representa nuestra visión del mundo. Comenzamos, por ejemplo, con los mapas en T-O medievales, que más que un afán de localizar un territorio como tal, ofrecen una visión general del mundo conocido, dentro de una mentalidad cristiana en el que el centro se situaba la ciudad santa de Jerusalén. Así, en la exposición podemos encontrar uno de los mapas en T-O más reconocidos, el de San Beato de Liébana (s. VIII), ya que basándose en la tradición interior, entre los que estaba el mapa de Ptolomeo, dibujó un mapa en el que los tres continentes conocidos (Asia, África y Europa) formaban una T, en cuyo centro aparece Jerusalén mientras que en el oriente situó al Jardín del Edén.

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El Paraíso Terrenal; Beato de Liébana, códice de Fernando I y Dña. Sancha; BNE, 1047

La visión que tenemos del mundo se representa en estas obras, pero también son un registro de cómo se creyó que el mundo era. Podríamos tomar como ejemplo el mapa de Henricus Martellus Germanus (ca. 1490) que representaba Europa, Asia y África, es decir, aquellas partes del mundo que por aquel entonces se tenían registro seguro los europeos. Tan solo unos diez años mas tarde, aparece el mapa de Juan de la Cosa (ca. 1500) el que incorpora esas nuevas regiones «descubiertas» al  haber llegado la monarquía hispánica al continente americano. Este mapa supone la reconfiguración de la idea que se tenía del planeta tierra,  pues al otro lado del globo no solo había océano como se pensaba.

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Juan de la Cosa, descubrimientos América, 1500 aprox.

En los mapas, con el paso del tiempo, se aprecia como las costas marítimas se van proporcionando, y los interiores de los continentes y de los países van afinando su representación. Sin embargo, la representación es complicada y no es para nada fiel aunque la ciencia de la cartografía se vaya afinando. Gerard Kremer, aunque es más conocido por la latinización de su nombre, Geradus Mercator consiguió realizar un sistema de proyección, la famosa proyección Mercator (1659) que es la representación del continente que generalmente hemos visto todos. Esta proyección permitió respetar la forma de los continentes, aunque como hemos dicho antes, es imposible escapar de la distorsión, así que esta se esconde en los tamaños de los territorios. Esto se traduce en que a medida que los territorios se encuentran más cerca de la línea del ecuador, más disminuyen su tamaño, mientras que a más lejos se encuentren, más grandes aparecerán representados.

Mapa del planeta tierra según Mercator.

Y os preguntaréis, ¿esto guarda relación con una ideología o un pensamiento? Exacto. Ninguna decisión es casual, y no es causal que esta proyección fuera la que se privilegia especialmente a partir del s. XVIII y el s. XIX. En una época de descubrimientos y de tratados comerciales en las que Europa era potencia y había colonias, la distorsión privilegiaba en tamaño a los estados del norte. Visualmente los países como Europa o Estados Unidos se veían de mayor tamaño, en una posición jerarquía diferente. Esta proyección impera incluso cuando en el siglo XIX James Gall dio a conocer otra proyección que sí conserva la proporción de las áreas terrestres. No es hasta a partir de 1974 cuando se comienza a popularizar , ya que el historiador alemán Arno Peters retomó la proyección de Gall y la presenta públicamente bajo el nombre de proyección Gall-Peters. Corresponde a un esfuerzo por variar la visión eurocentrista y que privilegia al norte, por lo que podríamos decir que se trata de otra representación de una ideología. A finales de los noventa, un grupo de geógrafos declararon que estas proyecciones ya no eran operativas, pues con los nuevos sistemas de proyección y la tecnología se habían superado.

Proyección Peters-Gall

La mirada al cielo, la mano al grabado

Hasta este momento, únicamente hemos hecho referencia a las representaciones espaciales de la tierra, obviando otras que miran hacia el mar, como portulanos y cartas de navegación, o hacia el cielo, como los mapas celestes. De esta variedad, la muestra en la BNE también se hace eco. Los mapas portulanos tienen por el objetivo principal su utilidad ya se hacen posible su uso como herramientas de orientación y guía junto con brújulas. Estos se realizaron principalmente desde los siglos XIII- XVII para la navegación por el mar, aunque la proyección Mercator también fue muy útil para este fin.

Del mismo modo, el cielo no se quedó lejos de su cartografía correspondiente. Estos mapas los realizaban cartógrafos y astrónomos, y señalaban estrellas, constelaciones y, a veces, podían ayudar a la navegación por su excelente posibilidad de brindarles orientación en la mar. Si bien es cierto que tienen una interesante historia pasando por la egipcia o la musulmana, fue en la Edad Moderna cuando recibió un fuerte impulso debido a los registros que se efectuaron con los descubrimientos que hacían la necesidad de incrementar estas cartas para navegar como las propias navegaciones que posibilitaban la incorporación de estos datos. Hohan Bayer, en 1603 presentó el primer atlas de los dos hemisferios, y posteriormente, se incorporaron otros como el de Frederick de Wirt, en 1688 que no escatima de belleza ni arte.

De lo fantástico y lo invisible

Es verdad que los mapas nos hacen soñar como así hicieron también en el pasado. No solamente suponen mezcla de asombro y esfuerzo a lo largo de los siglos por representar la tierra, sus mares y el cielo, sino que muchos dan un paso más y representan aquello que es invisible a los ojos o incluso están más allá de lo que podemos tocar. Nos referimos a las  cartografías de espacios fantásticos, territorios que solo aparecen en la mente, en la literatura o en la imaginación, como podría ser el mapa de Tierra Media de J.R. Tolkien o la Región, el mundo creado por el escritor Juan Benet, presentes y referenciados en la exposición. Sin embargo, hay incluso más ejemplos muy interesantes y contemporáneos, como el del merodeador de Harry Potter, ampliamente reproducido,  o el proyecto de Aventuras Literarias que realizan mapas basándose en grandes diversas obras de la  literatura, como el Londres en las novelas de Jane Austen o el Madrid de Benito Pérez Galdós.

También se pueden cartografiar otras cosas invisibles a los ojos, pero reales. Estás son algunas de  las  tendencias de los últimos años como las cartografías de las emociones. También se registran otras cosas como intenciones de voto, climogramas, mapas catastrales, los que representan densidades de población y aparecen modificaciones, etc. Estos tipos de mapas son clásicos para los geógrafos, como ven se puede apreciar en la exposición.

Arte como conclusión

A lo largo del recorrido de la exposición Cartografías de lo desconocido. Mapas en la BNE, se aprecia la belleza en sí del mapa, más allá de lo que representa, mostrando lo representado. A través de los fasciculus temporum de Wener Rolewinck o de los beatos medievales, e incluso de los más modernos y contemporáneos, podemos apreciar la belleza de los mapas y sumergirnos en su propia historia y en su propia arte y cometidos. Esta vez el territorio se ha conseguido borrar, pues de lo que queda son los pergaminos y los trazos de quienes los confeccionaron.

Es una exposición más que recomendable, que sorprenderá y hará florecer a nuestro geógrafo interior. Ya que incluso se añaden las novedades de acceder con las nuevas tecnologías como los códigos QR, ya realizado en otras exposiciones anteriores, situados en algunas de las obras de la BNE con posibilidad de ampliar algunos documentos.

 

Más allá de la exposición

-Un blog muy interesante para aquel geógrafo de nuestro interior.

Home

-Un proyecto de dos investigadoras con el fin de digitaliza, encontrar y ofrecer información sobre las publicaciones periódicas sobre ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México con el fin de comprender cómo era el territorio y la comunidades antes del trazado de la línea divisoria que en teoría las separó:

https://www.bacartography.org

-Aquí podremos saber algo más de la cartografía emocional:

Haz clic para acceder a EmotionalCartography.pdf

-Ente las posibilidades de los mapas antiguos está la de poder acercarse a lo que sucedió, está página es muy interesante en ese sentido y un ejemplo práctica través de las cartografía de las revueltas de Jamaica en el siglo XVIII:

http://revolt.axismaps.com/project.html?utm_source=hackernewsletter&utm_medium=email&utm_term=learn

-Y por último un libro que habla del futuro

   -Parag Khanna, Conectografía : mapear el futuro de la civilización mundial, Editorial Paidós, 2017.